domingo, 7 de julho de 2013

2.



Me gusta cuando llueve y llevo chanclas viejas y no botas, porque así tengo mis pies mojados y húmedos y tengo el agua desde mi pelo hasta mi tobillo. No me gustan los paraguas para nada. Son poco prácticos y siempre termino por hacer daño a alguien que camina cerca. Pero sí, que es bueno caminar sin paraguas en la lluvia y tener la ropa pegada al cuerpo y el cuerpo pegado a otra persona, sin daño, sin miedo, ni nada. Hoy es domingo y llueve aquí. Nunca salgo a los domingos. Me apetece quedar en casa conmigo y con una tacita de café caliente que tomo a cada cuarto de hora. Hoy es domingo y me desperté temprano para un domingo y me fui al jardín con mi perrita, tomar un café y fumar el primero de la mañana. Mientras mi perra oscilaba entre bajar o no para jugar en el césped, llovía mucho. Y en cuanto terminé mi cigarrillo, lo tiré en un basurero cerca de un árbol. Y mira, un pajarito se asustó y salió volando. Y mira, un pequeño nido, un poco menor que la palma de mi mano, con dos huevos, tan tranquilos y blancos y mojados en la lluvia de domingo. Mi perra no bajó para jugar en el césped, yo volví a casa y la lluvia, bueno, la lluvia sigue lloviendo y mojando: mis pies, el nido, los huevos y el domingo.

sábado, 6 de julho de 2013

1.



Me despierto a las cuatro de la mañana no porque hace frío o porque mi perra se mueve en las cubiertas temblando como si nevara. Me despierto medio tapada medio sin hambre y así me despierto porque ya no tengo ganas de volver a los sueños, o a las pesadillas, que son o que tenemos para hoy.  Antes de bajar las escaleras cojo un libro que está al lado de mi cama y también al lado de tantos otros, pero que al azar he escogido para terminarlo hoy. Unas cuantas páginas después y voy por el café. Una taza. Un plátano, porque desde ayer plátanos y hoy he totalizado cinco en mis cuentas de sonámbula. Café, una, dos tazas. ¿Y por qué no? Me tranquiliza. Es como una leche caliente por la mañana, como una leche calientita por la noche y ya está. Papá se despierta como todos los días, aunque sea sábado y él no trabaje y me pregunta si no he dormido, si no quiero unas pastillas para dormir, qué pasa. Contesto que no, gracias y vuelvo a la cama, termino el libro, empiezo otro y escribo esas cuantas líneas que leéis. Y ya son las seis.