sexta-feira, 5 de setembro de 2014

azul.

Amanezco con olor a violetas y lápices recién apuntados, en una mañana de lluvia y tempestad, con estas hojas amarillas y naranjas, que anuncian sin vacilar el otoño. Y lo que más me impresiona es la capacidad estúpida de todos los seres vivientes de adormecer con esta luz impiedosa del alba. La verdad es que tampoco importa mucho constatar ahora la exactitud de todas esas evocaciones. Sigo temblando de miedo, estos escalofríos que tu ausencia me provoca, estas alucinaciones de soledad que nos hacen ver mariposas en el techo de nuestra habitación como si fueran pájaros de los dioses. Tú sabrás que ayer fue el día en que la luna se acercó a Saturno, porque tú, y solamente tú, deseas aquellos anillos en nuestro planeta como si fueran mil satélites a parpadear por la noche. En mi cama, sola, sin brazos y sin piernas mi cuerpo parecerá un cohete y vosotros seréis las estrellas. Y aunque haga calor y que nos duchemos con helado y refrescos, estar a tú lado todavía es habitar el desierto de Atacama. Y mis ojos, salados como el mar, llenos de arena y recuerdos, son mis ventanas para un pasado ya muerto. Tú dormirás en mis cajones, cerca de papeles viejos y bolígrafos rotos, al lado de un paquete de cigarrillo tuyo, y de mapas de ciudades donde nunca has estado, solamente porque te gusta perderte en el desconocido.

Porque te conozco desde el descubrimiento del fuego, no me atrevería a saltar en tus ojos, este misterio de los planetas, ni me atrevería a tocar nuevamente tus manos de tierra húmeda, que son enigma de los astrólogos. Por la tarde, mirando el perro estirarse al sol mientras yo busco esconderme en la sombra, el cielo es tu sonrisa, lleno de nubes blancas, con una tranquilidad devastadora. Tú me hablas en francés y yo no comprendo lo que dices, pero todo suena como si fuera el llanto de un niño, y se sabe que todo lo que necesitas es un abrazo, dos o tres.  Aquí tienes mi palabra, mi previsión para los próximos siglos, sin dudar que en los años siguientes yo estaré paralizada a tu lado, encantada. Llega el atardecer, y el naranja, el rojo, el rosa coloren el cielo fatigado, y el sol toca el mar en una despedida tácita, pues es así que tú me visitas. Y yo te ofrezco té y bollo, sábanas y cojines, silencio y desespero. Porque eres tú más noche que la noche y eres tú mi azul en este inmenso desierto.

domingo, 7 de julho de 2013

2.



Me gusta cuando llueve y llevo chanclas viejas y no botas, porque así tengo mis pies mojados y húmedos y tengo el agua desde mi pelo hasta mi tobillo. No me gustan los paraguas para nada. Son poco prácticos y siempre termino por hacer daño a alguien que camina cerca. Pero sí, que es bueno caminar sin paraguas en la lluvia y tener la ropa pegada al cuerpo y el cuerpo pegado a otra persona, sin daño, sin miedo, ni nada. Hoy es domingo y llueve aquí. Nunca salgo a los domingos. Me apetece quedar en casa conmigo y con una tacita de café caliente que tomo a cada cuarto de hora. Hoy es domingo y me desperté temprano para un domingo y me fui al jardín con mi perrita, tomar un café y fumar el primero de la mañana. Mientras mi perra oscilaba entre bajar o no para jugar en el césped, llovía mucho. Y en cuanto terminé mi cigarrillo, lo tiré en un basurero cerca de un árbol. Y mira, un pajarito se asustó y salió volando. Y mira, un pequeño nido, un poco menor que la palma de mi mano, con dos huevos, tan tranquilos y blancos y mojados en la lluvia de domingo. Mi perra no bajó para jugar en el césped, yo volví a casa y la lluvia, bueno, la lluvia sigue lloviendo y mojando: mis pies, el nido, los huevos y el domingo.

sábado, 6 de julho de 2013

1.



Me despierto a las cuatro de la mañana no porque hace frío o porque mi perra se mueve en las cubiertas temblando como si nevara. Me despierto medio tapada medio sin hambre y así me despierto porque ya no tengo ganas de volver a los sueños, o a las pesadillas, que son o que tenemos para hoy.  Antes de bajar las escaleras cojo un libro que está al lado de mi cama y también al lado de tantos otros, pero que al azar he escogido para terminarlo hoy. Unas cuantas páginas después y voy por el café. Una taza. Un plátano, porque desde ayer plátanos y hoy he totalizado cinco en mis cuentas de sonámbula. Café, una, dos tazas. ¿Y por qué no? Me tranquiliza. Es como una leche caliente por la mañana, como una leche calientita por la noche y ya está. Papá se despierta como todos los días, aunque sea sábado y él no trabaje y me pregunta si no he dormido, si no quiero unas pastillas para dormir, qué pasa. Contesto que no, gracias y vuelvo a la cama, termino el libro, empiezo otro y escribo esas cuantas líneas que leéis. Y ya son las seis.